martes, 24 de mayo de 2011

Pintar o dejarse pintar...


En toda esa pintura que parece una magnifica combinacion de colores, que es armonía, que canta y deja que bailemos, sin poder salir de ahí... de esa pared en la que la clavaron para ser observada y comentada por aquellos que dicen saber de ella... ¿qué nadie nunca se puso de su lado?..
Alguien vio a críticos o criticones colgados de un clavito con una mordasa y un enorme titulo pegado en su cabeza con una firma casi ilegible, que los somete a una absurda pertenecia...
Alguien alguna vez pensó en colgarse en la pared de su casa y dejarse observar por aquellos cuadros que cenan en la mesa y toman el mejor vino, tratando de descifrar qué habrán querido pintar nuestros padres cuando nos hicieron la nariz ancha, o el mentón grande, cuando nos dejaron sin cuello, porqué somos dorados como el sol..
Nadie, absolutamente nadie se pone del otro lado.. es más fácil rotular, nomenclar, firmar, y exponer a otros lo que suponemos es una creación propia...
Pero que absurdo tan grande: lo que nosotros rotulamos, pintamos, nomenclamos y firmamos ya tiene su propio sello, nombre, firma y creador... claro pero es difícil escuchar a los cuadros, es más fácil escuchar lo que pensamos de ellos, lo que nos transmiten, en vez de dejar que transmitan...

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